En julio y agosto de 2024, las aldeas y retomadas Kaiowá y Guaraní de la Tierra Indígena Panambi – Lagoa Rica, en los territorios ocupados por el estado de Mato Grosso do Sul, sufrieron ataques armados de los latifundistas. Decenas de personas resultaron gravemente heridas. La Fuerza Nacional estaba presente, pero permitió que continuaran los ataques contra la comunidad indígena. El Ministerio de Pueblos Indígenas envió una representante, que pidió que las víctimas de la masacre fueran más pacíficas.
Aunque el gobierno federal de Lula y su Partido de los Trabajadores dice defender la lucha de los pueblos indígenas, invierte mucho más en el agronegocio y otros proyectos que amenazan sus tierras y su modo de vida que en la defensa de estos territorios.
Ya sea bajo gobiernos de derechas o de izquierdas, la masacre continúa. El genocidio indígena es uno de los pilares del Estado brasileño. Desde su creación. El Estado depende de un crecimiento económico continuo y por eso necesita aniquilar las vidas y culturas indígenas que protegen los bosques, para poder explotar sus tierras y recursos. Ningún gobierno va a cambiar eso.
Para que los pueblos indígenas vivan, el Estado debe morir.
Unamos nuestras fuerzas en los territorios y en las ciudades para quemar las instituciones que están incendiando la selva. Sumémonos a las movilizaciones anticoloniales y a los frentes de contraataque. Antes de que sea demasiado tarde.
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